El arte como espacio de resistencia

INSTRUMENTO QUE SIRVE PARA PESCAR 

Algunas reflexiones sobre el arte como espacio de resistencia.

Publicado en Kiné nª 148. Julio - septiembre 2021. Se puede leer y descargar de manera gratuita aquí
                                Adónde, no importa; sólo pasos. De Gabriela González López. En escena:Sol Quinto y Carina Resnisky. Fotografía: Agustina Sánchez. 

En la etimología de la palabra curar, está cuidar. Y entre sus muchos significados, el de remediar un mal. ¿Sería cierto afirmar que el arte nos cura? La experiencia artística, aun cuando no tiene propósitos deliberadamente terapéuticos, nos sorprende más de una vez haciéndonos bien, restableciendo nuestro equilibrio o remediando un malestar. Como hacedora y como espectadora me ha sucedido muchas veces. En general, esto no ocurre porque hayamos acudido a la función buscando un remedio. Es más, suele pasarnos de manera inesperada cuando asistimos a un espectáculo o a nuestro propio proceso creativo siguiendo una pulsión, una fuerza interna. De pronto hacemos contacto con algo que nos duele y permanecemos allí con una actitud de no entender, con una disposición general hacia un sentido. ¿Cuál? No sabemos. En la experiencia artística descubrimos muchas capas que se develan en un juego de intransferibles resonancias. Cuando termina, nos sentimos mejor o bien. Entre las acepciones de la palabra arte encontramos: disposición personal de alguien e instrumento que sirve para pescar. Me parece precioso el juego que se abre entre estos dos significados. 

La entropía del hiato 

Hay un texto de Walter Benjamin que refiere a la condición curativa de la narración y menciona la importancia del contexto en el que se realiza. Hildegard Von Bingen le atribuye al arte la misma capacidad regeneradora que a los vórtices naturales de energía (montes, mares, bosques y cimas de montañas). Me atrevo a afirmar que la experiencia artística es un hiato. Hiato (Del lat. hiatus) Solución de continuidad, interrupción o separación espacial o temporal. Una realidad de sueño colectivo que es, a la vez, singular y personal. Un fluido en el que debemos introducirnos, es decir, estar inmersos. Sería una reducción de la experiencia mantenernos en la superficie y remitirnos a una exclusiva interpretación de signos semióticos o a una comprensión racional y unívoca. Carl Jung dice que el arte constituye un proceso de autorregulación espiritual en el cual experimentamos lo conocido en el sentimiento mientras que la intuición nos conduce a lo desconocido y lo oculto. Es interesante pensar que el contacto con lo inesperado se da mientas estamos ocupados en algo que, en cierta medida, reconocemos. Un hiato (Del lat. hiatus), que además de ser separación espaciotemporal es hendidura, fisura. Y, como tal, permite que nos pongamos en contacto con lo que duele, es decir, resistir. Para que se produzca la curación, en tanto alivio o restablecimiento del equilibrio en algún orden, es necesario resistir. Son tantos los ejemplos que vienen a mi mente mientras escribo que me cuesta elegir. Podría mencionar alguna de las muchas veces que asistí a hacer o a ver una función sintiéndome mal anímica o físicamente y salí transformada. También, hechos artísticos que han servido para recuperar una cordura y fortalecimiento social en momentos históricos tremendos, como las experiencias de Teatro Abierto y Danza Abierta que se dieron durante los años de la dictadura. Porque hiato es, también, abertura. 

 Ars, artis 

Fijémonos en la importancia que, menciona Benjamin, se le da al contexto en los conjuros de Odín. Una de las cosas que conforma al ámbito es la actitud. Muchos de los efectos curativos que nos puede producir un hecho artístico puntual en tanto obra, los podemos observar también en los procesos de aprendizaje y de entrenamiento. Sucede cuando estamos inmersos en ellos y de repente hacemos contacto con algo que duele, de manera inesperada. Si bien nuestras ocupaciones difieren en los momentos en que somos hacedores, espectadores, aprendices o guías; el arte de jugar cada uno de estos roles requiere una cualidad similar. Una cualidad que es un hacer constante y por lo tanto verbo; y a la vez una manera, por ende, adjetivo. Es decir, un gerundio inexistente. El diccionario nos dice que arte proviene del latín ars, artis, y éste, a su vez, del griego τέχνη téchnē. En mi propio proceso de entrenamiento, viví muchas de estas experiencias; pero recuerdo especialmente que, gracias a las artes de uno de mis maestros de actuación, pude permanecer en contacto con una sensación desagradable hasta que un recuerdo dañino emergiera y lograr dejar atrás un reflejo que aparecía como comportamiento automático a la hora de actuar en algunos contextos. Pienso que el trauma es una suerte de Sinalefa (unión en una única sílaba de dos o más vocales contiguas pertenecientes a palabras distintas). Sería muy extenso explicar todo ese proceso en pocos párrafos, vale mencionar que quien cataliza estas transformaciones no sabe la anécdota ni el trauma ni cuando se produce, ni nos analiza, ni nos interpreta, ni nos está queriendo curar de nada. Justamente todo lo contrario: está dejando espacio. Porque hiato (del latín hiatus) es además disolución de la sinalefa. 

Recuperando el caudal de la propia energía

Disolución de la sinalefa para alargar un verso, dice el diccionario: Espaciotiempo en el que podemos tolerar, aguantar o sufrir (es decir, resistir) lo que nos ha lastimado o nos duele. Guiando artistas en sus entrenamientos y procesos creativos fui testigo en incontables ocasiones. Por supuesto que si me enteré fue por decisión de quienes quisieron contarme, a veces, mucho tiempo después de haber realizado su trabajo conmigo. Recuerdo especialmente dos hechos: alguien que pudo entrar en contacto con su intuición de ser una persona adoptada; alguien que pudo contar haber sido objeto de un simulacro de fusilamiento. Por supuesto que estas personas se llevaron estas emergencias de sus procesos a los ámbitos pertinentes para abordarlas. Pero el hecho de permanecer en el malestar para tomar contacto con lo que lo generaba, se dio en el ámbito del entrenamiento; en ese espacio poético, en ese hiato. Es lo que también posibilita salir de ciertos automatismos y sinalefar (que sí existe como verbo) de nuevo, juntando las vocales que se nos den la gana. Crear espacio, dejar espacio, hacer espacio. No interferir. Entrar en la lógica de la sensación y el sentido. Replegarnos. Amplificarnos. Ubicarnos como viajeros ante un paisaje desconocido al que hemos llegado con un mapa o un gps. Observar. Escuchar. No suponer. Aceptar desconocer. He aquí algunas de las ocupaciones de ese gerundio inexistente. Con una sola palabra, también podemos decir: Una disposición determinada (arte) se vuelve el instrumento que nos permite pescar (arte) en esas aguas de la actividad humana en la que se interpreta lo real o se plasma lo imaginado mediante recursos lingüísticos, plásticos o sonoros (arte), llevada a cabo por quienes tienen la habilidad o capacidad de hacerlo (arte).

Gabriela González López es Artista escénica de formación multidisciplinaria, Investigadora, Docente, Coordinadora de los Talleres Cuerpo y Artes Escénicas. Profesora Titular de Cátedra en la UNA. Beca Nacional Grupal 2009 del FNA, para la Investigación La función del oído interno en el trabajo del intérprete músico y / o actor. La investigación sobre la consciencia del movimiento y el diálogo entre las artes son una constante en su labor pedagógica y artística.