Publicado en Kiné no. 150, diciembre 2021. Se puede leer y descargar de manera gratuita aquí
TRANSITANDO LA PERPLEJIDAD
Potenciar las singularidades, un marco para
el encuentro en la diversidad
Los encuadres técnico – corporales relacionados con la consciencia corporal se asientan en las singularidades. Las provocan, las catalizan. Y, por lo tanto, contienen la diversidad. Estas técnicas o procedimientos sirven como prácticas de ejercitación y, también, como soporte artístico para la interpretación y la creación. Son caminos corporales vinculados a la propiocepción. Abordajes que consisten en capas.
El encuadre no es una enunciación de principios, sino una propuesta de pautas que sostienen un funcionamiento. Tanto si coordinamos, transmitimos o propiciamos espacios – laboratorio; como si estamos en el rol de estudiantes, aprendices o practicantes.
Hay una actitud interior que debemos
cultivar: la aceptación del vacío y del desconcierto como una práctica.
No adelantarnos a interpretar. Observar. Observarse.
Registrar. Registrarse. Ubicarse en un tiempo interno contemplativo, aunque
haya velocidad. Cultivar las diferencias, inclusive en nosotros mismos. Hacer las cosas de un modo sutilmente
distinto o desconocido. Permitirnos fluir. Poner en dudas cuando surge una opinión.
Escuchar o sentir los impulsos profundos. Enfocarnos en una ocupación para
permitir que emerja lo inesperado, lo sorprendente. Organizar cierta dialéctica,
crear conexiones. Tanto singulares como colectivas. Una interacción permanente,
en la escucha interna y en la escucha exterior.
Este modo o actitud es hacia nosotros y es en la
interacción con los demás. Es, en el tránsito por el espacio del taller o
entrenamiento, para ser asumida desde todos los roles.
La propiocepción nos instala en lo singular y en lo
diverso: nadie puede percibir por otro; ni tampoco como otro. Investigar el
propio movimiento es una tarea personal y de infinitas resonancias.
Ahora bien: ¿Qué queremos decir con investigar el
propio movimiento?
Veamos un ejemplo: Tres personas escuchan una consigna
que pauta la investigación. Las tres se quedan perplejas. Cada una, toma una actitud distinta frente a
su propia perplejidad: Una intenta suponer rápidamente cuál es la consecuencia
que se espera de eso que está pautado. Asocia todas las ideas que se le ocurren
a partir de esa consigna. Mira cómo están haciendo los otros y compara. Hace
cada una de las cosas que se imaginó y las da por realizadas y terminadas. Se
queda esperando una nueva pauta o que le digan si lo hizo bien. Las otras dos,
en cambio, transitan esa perplejidad inicial. Quizá, en un caso se transforme
en vacío (no pensar nada) y, en el otro, en un torrente de opiniones y
discusiones internas. Eso que se ha desencadenado, no lo pueden elegir. Mientras
vacío o torrente discurren, ambas personas continúan con la pauta o consigna y
haciendo - moviendo lo que les va surgiendo. Este surgir puede ser una
contundente necesidad kinésica, propioceptiva o de la sensación, del impulso,
del sentido o de la intuición. Puede ser que se desencadenen imágenes, en un
caso, y quizá en el otro, sensaciones. Quizá emociones o comprensiones. Tal
vez, sólo un vacío que se transforma en placer que va sosteniendo la
experiencia. Todo es desarrollo hasta
que en un momento hay que decidir dar por terminada la actividad. Poner el punto.
Hacer las propias reflexiones. Observar en perspectiva, elegir, decidir,
compartir.
Seguramente, quienes leemos esto, conozcamos a estas tres personas: somos nosotros mismos. Las situaciones internas descriptas, ni siquiera son una progresión. Pueden ser una (involuntaria) alternancia en nuestra práctica. En general, vivimos en un entorno que está enfocado fuera de lo procesual.
Tenemos aprendido el resolver, administrar el tiempo, apurarnos a opinar, catalogar: actividades que nos dejan fuera. Cultivar lo singular implica permanecer inmersos. Lo singular es lo desemejante, lo distinto, lo que, aunque resuene, no es idéntico.
Lo singular está en nosotros y está en los demás. Lo singular no está preconcebido. Cultivarlo genera expansión. Una expansión que es propia y también colectiva.
CONEXIONES
Transitamos modos de hacer; pero no reproducimos modelos. Las conexiones no están ligadas a una lógica causal. No hay una expectativa causa – efecto.
No hay un ideal de cuerpo a lograr. No hay
un catálogo de ningún orden en el cual encajar. No poseemos un cuerpo. El
cuerpo no nos posee. Somos.
Mover es dar motivo o estímulo a alguien; alterar, conmover. Se dice mover, también, cuando una planta comienza a brotar. Los sentidos del mover se entrelazan. Las conexiones surgen inesperadas. Se arma el tejido, la trama. En lo particular y en la grupalidad.
Algunas de las sensaciones más mencionadas, a la hora de hablar de estos tránsitos, son: apertura, confianza y expansión.
Cuando transitamos la perplejidad, no nos instalamos en ella, alumbramos lo que estaba ensombrecido y surge lo impensado.
Investigar el propio movimiento abre mundos. Cada
presencia porta mundos. Mundos impresos en el cuerpo. Mundos – Persona.
Gabriela González López
es Artista escénica de formación multidisciplinaria, Investigadora, Docente,
Coordinadora de los Talleres Cuerpo y Artes Escénicas. Profesora Titular de
Cátedra en la UNA. Beca Nacional Grupal 2009 del FNA, para la Investigación La
función del oído interno en el trabajo del intérprete músico y / o actor. La
investigación sobre la consciencia del movimiento y el diálogo entre las artes
son una constante en su labor pedagógica y artística.