Se puede leer en el link ¿Sin tiempo para poner el cuerpo?
o a continuación.
¿SIN
TIEMPO PARA PONER EL CUERPO?
Diseñar
el aporte de las nuevas tecnologías en la enseñanza de las artes escénicas.
Por Gabriela González López
“La
historia que nos demuestra la terca corporalidad del teatro, parece afirmar
definitivamente que, en la medida que más y mejor gente fue condenada, con el
avance tecnológico, a un mínimo de acción corporal en el trabajo y en la
diversión, más acentuó la necesidad de poner
el cuerpo…ya no se sabía dónde. Y el teatro fue receptor e impulsor
creativo de toda esa energía sin destino.” ( Juan Carlos Gené,1996, pg.105)
En
las artes escénicas, los aspectos históricos y técnicos se ven ampliamente
enriquecidos con las posibilidades tecnológicas actuales. Por empezar, el
desarrollo de la actividad teatral y la transmisión del oficio se han visto
enormemente favorecidos con las posibilidades del registro audiovisual. Desde
hace unas décadas, la conceptualización, la técnica y el relato descriptivo sobre
los aportes de artistas que nos precedieron o los referentes actuales de
lugares lejanos, no solo están disponibles a través de la lectura, sino que
aquello que se lee en los libros o artículos puede ser observado en estos
registros y comprendido de una manera cabal, cotejándolo con las experiencias
documentadas de estos. En el teatro y las artes del movimiento, la posibilidad
de capturar y reproducir la imagen en movimiento permite acceder a muchos
referentes que, por motivos temporales o espaciales, serían inalcanzables de no
ser por esta posibilidad. Este ha sido un gran aporte de la tecnología desde
las últimas décadas del S. XX. A esto se suman las posibilidades que brindan
hoy en día la tecnología digital y los soportes on line, permitiéndonos ir un
paso más allá: en la “nube” se encuentra a disposición de quién quiera o sepa
cómo acceder, una valiosa información documental audiovisual de obras de
referentes de la danza y el teatro, videos tridimensionales animados de
anatomía, reportajes, documentos escritos de este campo específico publicados en
otras ciudades o países. Toda esa información de calidad, disponible para
quienes la saben buscar, colabora con la tarea de los formadores, educadores de
las artes escénicas, aportando
herramientas que enriquecen y organizan la enseñanza de una manera práctica y
proactiva propiciando aún más el aprendizaje de los estudiantes.
Ahora
bien, como señalan las palabras de Gené,
poner el cuerpo es constitutivo y nodal del oficio y también del
aprendizaje. En el hacer en las artes escénicas la aplicación de lo técnico y
el desarrollo de la creatividad se dan en un tiempo-espacio en el que se está
inmerso con toda la atención cuerpo-mente, interactuando con otros. El docente se
encuentra en la búsqueda de generar lapsos prologados de tiempo en los que la
cotidianeidad no invada: La práctica del oficio, la adquisición de las habilidades
y el desarrollo de las capacidades que este requiere, necesita de un tiempo
precioso de práctica, de comprender haciendo y hacer comprendiendo, integrando
pensamiento, sensación, movimiento, sentimiento. Poner el cuerpo en el
espacio-tiempo del modo que las artes escénicas lo requieren, implica ampliar la
capacidad de atención, la simultaneidad de decisiones, la receptividad y
adaptación en la interacción y además, requiere de una autonomía en la toma de
decisiones en el aquí y ahora.
Este
requerimiento central parecería ir en contrasentido con la posibilidad de
incluir la tecnología en el aula. Y, a su vez, ante el enriquecimiento señalado
que la tecnología nos brinda: ¿es posible prescindir de ella? Y de hacerlo, el docente,
¿no está eludiendo la responsabilidad de formar ciudadanos en el mundo actual, sin
participar de esta inclusión tecnológica? El educador francés Philippe Meirieu
señala, en una conferencia ofrecida en Buenos Aires, la importancia de
garantizar una distribución equitativa a los bienes materiales y a las formas
simbólicas (la cultura y el arte) y también nos habla de la importancia de
enseñar no sólo los saberes, sino también, la historia de esos saberes, porque
allí es donde se produce la verdadera emancipación de nuestros estudiantes. En el
acotado espacio-tiempo de clases, dejar analfabeto al estudiante en relación
con su campo específico es un riesgo que no se puede o no se debe correr. Abandonar
lo nodal del oficio, implicaría estar a-formando, creando un profesional
incompetente. Entonces, ¿cómo incluir la tecnología en el aula cuando la
experiencia y la vivencia corporal son fundamentales y existe un tiempo acotado
acorde al formato de la educación universitaria?
“Yo,
un cuerpo pensante e imaginante, actual extremo de una cadena que, hacia atrás
no se detiene nunca hasta toparse, de alguna manera, con el origen de la vida;
y la cadena ha continuado hacia el futuro de mi tiempo con mis descendientes,
los que yo traje al mundo. Y yo como ellos, somos en buena medida lo que
nuestros genes han dispuesto seamos; esos ultramicroscópicos elementos que
portan toda la portentosa programación de la vida humana.” ( Gené, 1996, pg.120)
Se
señaló más arriba cómo Meirieu, también habla de la importancia de enseñar la
historia de los saberes, ya que este conocimiento expresa la emancipación del
hombre a lo largo de la historia. Para el artista, historicidad y globalidad
constituyen dos perspectivas indispensables, intrínsecas a su disciplina. Desde
hace muchos siglos, aún con medios de comunicación mucho menos sofisticados que
los actuales, músicos, actores y pintores, se trasladaban a otras ciudades o
países para desarrollar su arte o aprender el oficio teniendo en cuenta tal o
cual escuela. La consciencia de la
tradición en la que están inmersas las disciplinas artísticas es inherente a
las artes-oficios. Ya sea para continuar o romper con una tradición cultural, las
artes se referencian, se insertan en corrientes, estilos y tradiciones
histórico-culturales. En cierto sentido el arte, ante todo, es consciente de su
globalidad e historicidad: En la educación artística, se enseña y se aprende a
partir del trabajo artesanal, conceptual, técnico y teórico que dejaron los
artistas que nos precedieron. Y en el ejercicio de la profesión, además, es
frecuente y constante el encuentro con dramaturgos de otras épocas y o lugares,
ya que todavía hoy se representan por considerarlos vigentes. Justamente porque
una de las funciones del teatro en la sociedad es hacer consciente al hombre de
su historia y de su tiempo. Son estos
dos aspectos: historicidad y globalidad, los que se ven favorecidos ampliamente
con la inclusión de la tecnología en la clase y es de ellos de los que nos
podemos servir para resolver esta paradoja.
El
tiempo-espacio vital para promover el aprendizaje poniendo el cuerpo deja de
estar en conflicto con el tiempo que la tecnología puede requerir si se pasa de
hablar-pensar la clase para abarcar a lo
que sucede solo en el aula y se plantea
ésta como un aspecto, el central, del acto pedagógico, como propone Marta Souto.
Esto permite al docente volverse consciente del acto pedagógico con sus
diferentes momentos; no solo la clase en acción con su introducción, desarrollo
y cierre cobran relevancia, sino también su multidimensionalidad, abstracción y
simultaneidad. La clase en acción tiene un lugar ubicuo, el aula, donde se
desarrolla ese aprendizaje en espacio-tiempo acotados, y debemos diferenciarla y
articularla con sus momentos previos y posteriores, aprovechándolos para
integrar la incorporeidad de la tecnología. Tomar consciencia de este Acto
Pedagógico, que propone Souto, posibilita
el proponernos, pensar y realizar una inclusión genuina de la tecnología sin
traicionar o descuidar el aspecto nodal de la formación artística escénica: poner el cuerpo y, además,
enriqueciendo el funcionamiento grupal, y no solo el conocimiento personal, al
compartir esta proposición con el curso. Así, es posible configurar la
abstracción de la clase, a lo largo de la cursada, entre quienes conforman cada
grupo con sus singularidades propias y sus necesidades de simbolización.
“Para
entender el movimiento debemos sentir, no esforzarnos. Para aprender
necesitamos tiempo, atención y discriminación; para discriminar necesitamos
sentir. Esto significa que para aprender debemos aguzar nuestras facultades de
sentir y que si intentamos hacer la mayor parte de las cosas por pura fuerza
lograremos precisamente lo contrario.” (Feldenkrais,
1972,pg.74)
Este
tipo de clase con estas características propias, da la posibilidad de incluir a los
estudiantes como partícipes de varios momentos del acto pedagógico: Si el
docente se propone utilizar la tecnología para vincular a su grupo con otros
aspectos de la práctica profesional, y así le será factible incrementar la
motivación y aportar una visión más amplia de los contenidos o temas abordados,
ofreciendo más herramientas para una comprensión cabal, mediante recursos que,
de otra manera, no están disponibles. Una pre-introducción o un post-cierre (ya
que tanto introducción como cierre son importantes en el aula mismo) que ya no
comparten esa unidad espaciotemporal que requerimos para el aspecto central, en
el que se diseñan estrategias de enseñanza que se transforman en actividades de
aprendizaje para nuestros estudiantes. La ligazón entre los temas abordados, vivenciados
y reflexionados durante la clase en acción, la articulación con la siguiente
experiencia, puede estar dada por este tejido tecnológico que ofrece
herramientas únicas como las mencionadas al comienzo del ensayo. Así, es
factible generar una abstracción en la que se comprenda que se aborda un
aprendizaje experiencial de los temas en nuestro espacio-tiempo común (el aula)
y que la tecnología se utiliza en los momentos entre clase y clase, salvo en
algunos momentos pautados de especial relevancia en los que forme parte del
aquí y ahora. Constituyendo, entre encuentro y encuentro, una trama de la clase-grupo
en la que se incluyen a los actores desarrolladores de saberes y oficio. De esta manera, es enriquecida la enseñanza
específica del arte-oficio en cuestión, el acto pedagógico y es garantizado el
acceso y dominio tecnológico competente dentro del campo profesional.
Lista de referencias bibliográficas
Feldenkrais,
Moshe, (1972), Autoconsciencia por el movimiento, Paidós, 2008, Barcelona.
Gené,
Juan Carlos, (1996), Escrito en el escenario, Ediciones Celcit, Buenos Aires.
Meirieu,
Philippe, (2013), La opción de educar y la responsabilidad pedagógica,
Ministerio de Educación de la República Argentina, recuperado de http://nuestraescuela.educacion.gov.ar/bancoderecursos/media/docs/eje01/eje01-sugeridos06.pdf
Souto, Marta, (1993), Hacia una
didáctica de lo grupal, Miño y Dávila
editores, Buenos Aires.